Podría contarles que he estudiado pintura en una escuela de artes y oficios; podría decir que estudié diseño y publicidad o sencillamente decir que lo que soy es fruto de inspiración autodidacta frustrada de otro que no soy yo, que ni pinto, ni diseño ni tan siquiera vivo.
Podría contarles lo que quisiera y daría igual que fuese verdad o mentira, porque la realidad siempre es mucho más retorcida y complicada que unas pocas etiquetas que me puedan servir para vender no lo que soy, sino lo que me gustaría ser.
¿Qué más da que les diga la verdad o lo que van ustedes a entender que es mi verdad?
Más enmarañado que todo es el mundo que nos rodea, empeñado en consumirnos y destrozarnos. Me quería comer el mundo y resulta que es el mundo el que me devora a mí. A todos.
Menos mal que aún puedo crear y por lo tanto amar. Amar a la criatura de sonrisa luminosa que ronda a mi lado. \"Esos locos bajitos\" decía aquel.
\"Todavía puedes pintar, pero el mundo lo he creado yo y se acabará cuando yo diga\" Esto es lo que me dijo Dios anoche cuando se me apareció. No entiendo que interés tiene en mostrarse ante un tipo sin importancia como yo, pero le agradezco la visita porque me dijo que cuidaría \"del loco bajito\", lo cual es un descanso para alguien que sufre la vida como este calvo que escribe.
En fin, que si me ha dado el permiso para seguir pintando, le haré caso. ¿De que otra manera podría rozar el cielo, aunque sea de manera tan efimera? ¿Cómo vivir con mi esencia absolutamente trastocada y trastornada si tan siquiera puedo amar... perdón, pintar?
No me cabe ninguna duda de que lo mejor ocurre en los sueños y ensueños. El día que mi capacidad de ensoñación se apague, ya nada merecerá la pena.
Aquí no hay nada que ver. Disfruten del espectáculo.